Un mundo no informado


Un mundo No Uniformado

Qué aburrido es un mundo uniformado.


Odio el mundo que crea clones vestidos con el uniforme del individualismo, que es la forma eufemística de decir egoísmo. Clones con capacidades prescritas y recetadas.

Odio a la sociedad que cataloga al hombre y a la mujer como productos y descarta al diferente como producto defectuoso, marcando la propia palabra diferente como algo negativo.

Odio al que se sitúa por encima de todo y escribe y reescribe a su antojo, el decálogo, multiplicándolo por un millón de veces, de lo que es normal y lo que no.

Odio esa atmósfera aburrida y triste de pasos medidos, de canciones con voces en un mismo tono y acorde.

Odio las manos frías que saludan por compromiso intentando aparentar firmeza, por dios, ¿qué es la firmeza? yo no lo sé ni quiero saberlo.

Odio las palabras vacías de corazón y sentimientos.


Y os preguntaréis, ¿todo esta lista de odios para qué?.

Aún debéis esperar un poco...


Que divertido es un mundo de diferentes.


Amo, me encanta, el mundo que crea personas vestidas de mil trajes de solidaridad, de empatía. Personas con capacidades de cada día nacidas y renacidas.

Amo a una sociedad que no tuviera que hablar de mujeres y hombres y si de personas de mil y una formas, y acoge y vive en y con todas ellas.

Amo al que se sitúa al lado de todos, sin hacerse notar, aprendiendo y aprehendiendo de cada cosa que le rodea.









Amo esa atmósfera divertida, ruidosa de pasos desiguales, espontáneos, de canciones de voces de un millón de tonalidades, algunas nunca escuchadas antes.


Amo las manos que te aprietan en un abrazo casi asfixiante, que nunca es medido.


Amo las palabras que no salen de la boca sino del corazón y pasan a los gestos, incluso ni llegando a ser pronunciadas.



Todo esto para expresar lo que sentí viendo el teatro y cada vez que vivo algo con esas personas de esas capacidades tan especiales como son esas personas de Mater et Magistra, como es Marta.


Un millón de Gracias a esa, ya mi familia, Maguillo Ramos, por dejarme vivir todo esto.

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